Atrás deje

Malaysia con destino Philippins. Llegue al puerto de Zamboanga donde decenas de personas esperaban a ambos lados del barco esperando que alguien tirara monedas para bucear y recogerlas. Me dieron un visado de estancia para 21 dias. me aloje en la ciudad y comprobe que la gente habla Chabacano un dialecto en el que utilizan palabras en castellano.
Todo el mundo me había dicho que cuidado en esta zona que esta el grupo terrorista Abu sabya, que atenta amenudo pero hay policia y ejercito controlando

en cada esquina de la ciudad. Curioso el transporte publico que utilizan, miles de triciclos invaden las calles junto a los modificados jeep, legado de la segunda guerra mundial. Deje Zamboanga para dirigirme hacia el norte a Dipoloh para tomar un ferri a no se donde. En autobus se tarda 9 horas, yo lo hice en tres dias.
Cada 20 km hay puntos de control del ejercito. La gente no es muy amigable, me miran con mirada fija como si fueran vacas y no articulan palabra alguna aunque yo les vacile. Me pare a tomar unas fotos y un grupo de 6 bikers muy equipados me pasaron. Un par de kilómetros mas alante me los encontre parados en un punto de control del ejercito. Me pare pensando que necesitaban ayuda, cuando resulto que eran el comandante y el resto de oficiales del ejercito. Iluminados por un Hammer y dos motos nos dirigimos al anochecer hacia la base donde acabe cenando con el comandante y otros 6 oficiales. Insistieron en que seria un honor para ellos si me cambiaban las cubiertas de mi bici ya gastadas. Me dieron una carta firmada por el comandante y jefe de la base en la que me dan paso libre en todos los controles militares aunque según ellos lo peor ya lo había pasado.
Con un fuerte desayuno, y un juego nuevo de cámaras y cubiertas, y un gracioso timbre de recuerdo me despedi de todos los que pude.

Llegue a Dipoloh, había un ferry que zarpaba en media hora a la isla de los negros de donde cogi otro que me llevo hasta la isla de Siquillor, donde pase un par dias pedaleando alrededor de ella, aqui la gente es muy amigable, todos me saludan, es una isla de pescadores, bellisimas playas de coral y poquisimo turismo extranjero. Todavia permanecen en pie reliquias españolas en los pueblos. Al atardecer cogi un camino que descendia hasta la playa para ver la puesta de sol y donde iba a hacer noche. Me encontré con una fantastica gente que me invitaron a una fiesta en la que celebraban el exito de un nuevo invento de

pesca, una especie de jaula de bambu a modo de piscifactoría. Acabe bebiendo la famosa cerveza de aqui, la San Miguel.